Cada postrueque de Cochera en Servicio era felicidad y abundancia, hasta que un día llegó una persona con un carrito para hacer las compras. Se acercó a la mesa y comenzó a llevarse todo lo que podía; cuando el carrito estuvo lleno se fue sin despedirse. Esto ocurrió en repetidas ocasiones.

La controversia comenzó a crecer y su presencia a generar tensión entre las personas participantes. Había cierto grupo que estaba a favor de decirle algo y ponerle un alto, porque para colmo, la persona del carrito nunca traía nada para compartir, salvo una vez que murió el perico de su vecina y trajo el alpiste sobrante. La otra parte pensábamos que en algún momento se daría cuenta de la dinámica y se acoplaría sin mayores problemas, pero no fue así.

Un día la persona del carrito tomó una botella grande de kombucha que se había traído para compartir con las y los asistentes, se le interpeló pero se negó a devolver la botella. Gracias a este incidente comenzamos a hacernos más preguntarnos: ¿Qué decirle?, ¿cómo le explicamos más claramente lo que estamos haciendo aquí?, ¿qué estamos haciendo aquí?

Buscando las respuestas a estas preguntas llegamos a la conclusión de que debíamos entender cabalmente: ¿Para qué nos reunimos una vez por mes? ¿Qué estamos cultivando colectivamente? Y, ¿cómo esto influye en nuestras vidas?

Daniel, participante canadiense asiduo a las reuniones de Cochera en Servicio y maestro retirado de economía, se ofreció a darnos una charla sobre economías alternativas. La persona del carrito escuchó la charla de Daniel hasta el final, en seguida acarreó con todo lo que pudo y se fue sin despedirse. No volvió. A partir de entonces, nosotrxs seguimos con el ejercicio de compartir, no sólo nuestras cosechas sino también nuestros saberes.

La experiencia de la persona del carrito abrió la brecha para un intercambio de saberes muy activo y enriquecedor. Hablamos y escuchamos sobre muchas cosas más, cosas que tenían que ver no solo sobre las siembras sino sobre los cuidados de la vida. A veces, las personas se ofrecían a compartir su saberes o experiencias sobre algún tema de su experticia y, en otras ocasiones, invitábamos a personas a reflexionar junto con nosotrxs sobre temas específicos.

“El colectivo Cochera en Servicio ofrece una experiencia interesante en términos de construcción de comunidad fundada sobre la base de compartir resultados de iniciativas para mejorar las actividades productivas en el hogar”.

Se habló de la tierra, del ser holobiontes , de la crisis de agua, de la importancia de los rituales, de la luna y su relación con la siembra y nuestros propios ciclos; de las formas naturales y tradicionales de sanar y de sembrar; de la autonomía alimentaria y la sustentabilidad; de la importancia de la milpa y de muchas cosas más. Después pasamos a lo práctico y comenzamos a compartir nuestros conocimientos en el formato talleres.

En la Cochera en Servicio, los temas de los talleres y charlas de nuestras reuniones surgían al mismo ritmo que nuestras cosechas y según la temporada: Control biológico en época de lluvias; bombas de semillas, antes de las lluvias; manejo de compostas para crear abono porque ya viene la temporada de siembra; elección, conservación y compartencia de semillas; preparación de medicamentos naturales porque el invierno está muy frío; sobre- ciclaje24 porque ya no sabemos qué hacer con la basura y así, entretejimos nuestro intercambio de conocimientos con los ciclos de la vida y también escuchamos diversas maneras de comunicarnos, sobre todo, con el reino vegetal.

BB se acercó a Cochera en Servicio desde que iniciamos, ella acababa de pasar una temporada en Berlín y apenas había vuelto a su natal CDMX cuando decidió mudarse a Oaxaca. BB es una artista, como dicen los críticos del arte sonoro, “una deidad”. Alquiló una casa con patio grande en la periferia de la ciudad y se lanzó a la aventura de cultivar un huerto. BB encontró, en las reuniones de Cochera en Servicio, compañía para acercarse a “la crianza recíproca y amigable entre plantas y personas”. A lo largo de los meses vimos a BB aprender la “artesanía de sembrar”. En cada reunión se llevaba plántulas, semillas, abono, plantas un poco más grandes, hacía preguntas, pedía herramientas y apoyo. Fracasó en todos sus intentos.

Después de un par de años BB decidió regresar a CDMX y ahora ha vuelto a Berlín. En la última reunión en la que participó, nos mostró con orgullo una mazorca chaparra, flaca, chimuela y despeinada que había logrado, finalmente, cosechar.

BB es un ejemplo de quienes han pasado por la Cochera y han adoptado las semillas de saberes compartidas en este espacio. Consideramos que estas tienen el objetivo de germinar y crecer más allá de la propia Cochera, en los lugares en que cada persona participante habita. Por eso, celebramos con mucha alegría todos sus esfuerzos por crear un vínculo con la tierra y extender sus afectos a la “familia vegetal”.

La experiencia de Cochera en Servicio ha sido transformadora en muchos sentidos: Nos abrimos a otro tipo de sensibilidad como cuando nos sentamos a experimentar la comunicación con cierta planta bella y misteriosa de la mano de Dana o cuando Doña Queta nos contó cómo las plantas la enseñaron a curar.

Nuestras reuniones nos sensibilizaron a otra dimensión de la abundancia que podíamos compartir y disfrutar con todos los sentidos y para muchxs de nosotrx ampliaron nuestra compresión y afectos no solo entre personas.

En algunas charlas y talleres aprendimos a agradecer antes que pedir no solo a las plantas, sino a otros seres: Claudia nos habló sobre la tradición de las mujeres que curan en su familia, prestan su cuerpo para que otras entidades les habiten; o la búsqueda de Marianita, para crear sus baños de sanación desde su tradición de florera, o Chivis que encontró su fuerza sanadora al sentir el dolor de sus compañeras después de ser aprehendidas durante el conflicto social del 2006, y ahora junto con Kikis también sanan espacios; o Jenny que explora en la medicina tradicional mexicana y ayurveda posibilidades de mantener nuestra salud desde nuestra alimentación, así aprendimos que nuestros cultivos además de alimentarnos también nos sanan.